En medio del silencio y la distancia
recuerdo tus pupilas vacilantes,
el roce de tus manos con mis manos
y el soplo de la brisa en una tarde.
Tenía menos años, niña mía,
buscaba tus ojitos chispeantes;
querían la caricia de tus labios
los míos esa tarde, allí, en el parque.
Las sombras de los chopos acogían
los cuerpos que querían abrazarse,
y entonces se fundían en un sueño
mirando las cigüeñas los amantes.
La eterna fantasía de los niños
llegaba cual palabra por el aire,
venía con sus globos de colores
cosidos a una estrella de bramante.
Recuerdo aquella tarde y no la olvido,
recuerdo tus suspiros y los ayes,
y puedo recordar letra tras letra,
tus ojos, tus pupilas y el mensaje.
En él tu me decías simplemente
que entonces deseabas entregarte,
haciendo con tu sueño y con mi sueño
el sueño más hermoso y realizable.
Aquel que nos llevara hasta la meta
unidos de la mano inseparables,
haciendo que vibraran nuestras almas
al son de viejos sueños y romances.
Recuerdo tu mirada prolongada
y el brillo de tus ojos de diamante,
por eso no me olvido de aquel día
y el beso con tu amor de aquella tarde.
Rafael Sánchez Ortega ©
Cervera de Pisuerga, 14/09/11
No hay comentarios:
Publicar un comentario