III
La pluma va dejando en la cuartilla
el poso de mi alma enamorada,
la cita musitada en la capilla
y el roce de la mano ilusionada.
No debo de olvidar una mejilla,
los ojos de emoción y la mirada,
el pelo enmarañado en la mantilla
y el labio de la niña que me amaba.
Más tengo que volver al lado izquierdo
contando la miseria inoportuna,
el duro escalofrío del recuerdo,
el llanto balbuceante de la luna,
la pérdida total y el desacuerdo
que hicieron que perdiera mi fortuna.
Rafael Sánchez Ortega ©
30/09/11
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