Juegan los niños
ajenos a la vida
en su inocencia.
Quiero ser niño,
decimos muchas veces
y con nostalgia.
Y es que despierta
el niño que llevamos
en nuestra alma.
Niños y niñas
jugando, indiferentes,
ante la vida.
Chicos y chicas
creciendo y madurando
año tras año.
Y en el otoño,
tan largo, de la vida,
algo se añora.
Es la niñez,
los días y las noches
interminables.
Allí, los cuentos,
los sueños y las risas,
eran frecuentes.
¡Bendita etapa,
pasada y que no vuelve,
más que en recuerdos!
Pero llevemos
al niño que añoramos
y que queremos.
Seamos niños,
no importen los otoños,
ni los inviernos.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/09/22
Estaría bien que nunca dejáramos de serlo, un abrazo
ResponderEliminarCierto Neurowoman.
EliminarUn abrazo.
Nunca se deja ser niño, lo único que tenemos más edad y más estatura ajjaja , beso Rafael.
ResponderEliminarGracias Campirela.
EliminarUn abrazo.
Que nunca muera el niño que llevamos dentro.
ResponderEliminarUn abrazo
Que nunca muera, Maripau.
EliminarUn abrazo.
Como dice Campirela nunca dejamos de ser niños, quizás por eso añoramos la vida que teniamos, con las que compartiamos juegos y las ilusiones que nacian
ResponderEliminarUUn precioso poema, abrazo
Gracias Stela.
EliminarUn abrazo y feliz día.
Que dulzura jooo siempre llevaremos un niño interior, precioso un abrazo desde mi brillo del mar
ResponderEliminarGracias Bea.
EliminarUn abrazo.
Mi niña interior ha revivido al leerte, Rafael.
ResponderEliminarAbrazo.
Me alegro, Verónica. Gracias.
EliminarUn abrazo.