Buscas la casa
del bosque, abandonada,
y no la encuentras.
Es un recuerdo
que queda en la retina
y que no ves.
Aquellas tardes
de hermosas primaveras
allí quedaron.
Cerca del lago,
la barca y los flamencos
y con su paz.
Hoy desearías,
volver a ese pasado,
parar el tiempo.
Pero la vida
prosigue su camino
y tú con ella.
Ya no hay casita,
ni barca, ni flamencos,
y apenas lago.
Y tú te acercas
con pasos vacilantes,
en el invierno.
En tus pupilas,
florecen unas lágrimas,
buscando vida.
Van a tu pecho
rozando tus mejillas
y luego al suelo.
Tú nada dices.
Suspiras como el niño
que un día fuiste.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/03/23
Una casa mágica que todos deseamos encontrar. Feliz día Rafael. Un abrazo
ResponderEliminarAsí es Carmen.
EliminarUn abrazo y feliz día.
Cuando regresamos a ese lugar que una vez fuimos felices , los recuerdos se amontonan, pero ya no es lo mismo , la vida cambio el destino de los que una vez fueron felices allí , en ese lugar, que hoy ya no existe.
ResponderEliminarUn abrazo
Es inevitable Campirela, coincido contigo.
EliminarUn abrazo.
Ahí quedaron las tardes, esas que no volverán, como las golondrinas de Bécquer, pero existieron, eso nos vale, eso nos llena, eso está atesorado en el mejor contenedor que existe, el corazón.
ResponderEliminarUn abrazo
Y nos consolamos con sus latidos y recuerdos, Maripau.
EliminarUn abrazo.
La vida nos lleva a recordar tiempos y lugares que el avance cambió y aunque ya no estan, quedaron en nuestra memoria tal cual fueron y hasta con las mismas emociones que regresan a nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cierto María Rosa.
EliminarUn abrazo.
Ese camino de vuelta a uno mismo.
ResponderEliminarBellísimo ❤
Así es Galilea.
EliminarAbrazo.
Todo cambia, incluso los lugares que tanto nos dieron.
ResponderEliminarAl menos quedan en las letras. Ahí están a salvo.
Abrazo, Rafael.
Cierto Verónica.
EliminarAbrazo.