En aquel puente
dejamos las promesas
en dos candados.
Fueron testigos
del acto, tan sencillo,
de nuestro amor.
Y se quedaron
en una barandilla
de cara al viento.
Mientras, nosotros,
volvimos a la vida
y al día a día.
Pasaron años,
y en ellos mil sucesos
que nos cambiaron.
Pero un buen día
al puente regresamos
sin proponerlo.
Allí encontramos
las huellas de un pasado
con cicatrices.
No entraban llaves,
que hubieran liberado
tanta agonía.
Y se miraron
tus ojos y los míos
muy resignados.
Porque el amor
fundido y, sin palabras,
allí dormía.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/03/23
El amor a veces se queda dormido y otras, revive y vibra, nunca se sabe qué efecto puede tener un recuerdo tan poderoso. Me gustan esos símbolos, son significativos... y hermosos.
ResponderEliminarQue tengas un hermoso día amigo, un abrazo.
Paty
Gracias Paty, .lo mismo te deseo.
EliminarUn abrazo.
Siempre latiendo, aunque no se llegue, sin llaves se puede.
ResponderEliminarAbrazo
Gracias María del Rosario.
EliminarAbrazo.
Duran intactos esos candados... pero el tiempo y la vida cambian tantas cosas. Emociona su lectura.
ResponderEliminarMuy bueno 👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼
Gracias por éste y demás comentarios que hoy me dejas, eres muy amable, Galilea.
EliminarUn abrazo.
No nos damos cuenta de que cuando dejamos candados en una barandilla de un puente , al cabo del tiempo se oxidan y las llaves ya no entran , eso ocurre igual que el amor , cuando se aleja y se olvida , aunque se haya sido feliz , el pasado no regresa, se transforma en otra cosa, pero amor ya no lo es. Un abrazo.
ResponderEliminarTienes razón Campirela, es como dices.
EliminarUn abrazo y feliz inicio de semana.
Allí dormía el amor pasado.
ResponderEliminarQuedó apresado y ellos llenos de nostalgia.
Abrazo, Rafael.
Gracias Verónica.
EliminarAbrazo.