Calles estrechas,
casitas deslucidas,
aquí y allá.
Es donde vivo,
sin plaza y sin iglesia,
pero es mi aldea.
Viejo terruño,
decían los ancestros,
con mucho orgullo.
Y los recuerdo
charlando en un descanso
junto a la fuente.
El bebedero
de vacas y de asnos
en el camino.
Caras curtidas
con labios temblorosos
mientras fumaban.
Aquel cigarro
sacado con orgullo
de la petaca.
Y aquel mechero
de yesca, inconfundible,
que no fallaba.
¡Calles, callejas,
rincones de mis sueños
y de mi aldea!
Rafael Sánchez Ortega ©
07/03/23
Etapas y lugares del viaje de nuestra vida, que penden del alma más allá del tiempo…
ResponderEliminarSiempre un placer leerte, querido amigo.
Abrazo grande 💙
Gracias Ginebra.
EliminarAbrazo.
La tierra de uno siempre se lleva en la sangre, aunque hallamos salido de ella , los recuerdos de nuestra infancia nos llena el alma y con ellos nos hacemos ilusiones de lo vivido en esas calles de piedra y fuentes de barro. Muy lindo .
ResponderEliminarUn besote
Cierto Campirela.
EliminarUn abrazo.
Cada lugar es especial según los lazos emocionales hechos
ResponderEliminarBuena semana
Estoy de acuerdo Elisa.
EliminarFeliz semana también para ti.
La tierra siempre llama...
ResponderEliminar👏👏👏👏
Gracias Galilea.
EliminarMe encanta tu tierra.
ResponderEliminarY subir por esas callejas al castillo y ver las barcas esperando la pleamar.
Abrazo, Rafael.
Gracias Verónica, pero es como dices.
EliminarUn abrazo.