Te quedas solo,
envuelto en un sudario,
bajo el ciprés.
Lloran las nubes,
la clásica garúa,
sobre la aldea.
Hay gran silencio,
que rompen los murmullos,
de las resacas.
Y tú dormido,
en sueño muy profundo,
y sin retorno.
La paz contigo,
te dicen unos labios,
cerca de ti.
Y también lloran,
los ojos que te hablan
y que aún te aman.
Te quedas solo,
amigo y buen amante,
por poco tiempo.
Porque tendrás,
muy pronto compañía,
junto a tu lado.
Y viviremos,
el sueño de la vida
que ambos queremos.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/05/24
Buenos días, y muy feliz mes de junio.
ResponderEliminarComencemos poemando.
Besos.
Gracias por tus palabras Campirela.
EliminarAbrazo.
La partida.
ResponderEliminarQuien se queda.
El desgarro.
Abrazo, Rafael.
Gracias por tus palabras y comentarios de hoy, Verónica.
EliminarAbrazo.
Muy triste y real. La vida es un paseo que termina sin que nos demos cuenta.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias María Rosa.
EliminarSaludos.
Hay tristeza ante una despedida, pero también fe y esperanza en la otra vida...Tu poema guarda un hermoso equilibrio, Rafael.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y todo mi ánimo.
Gracias por tus palabras y comentarios María Jesús.
EliminarAbrazos.
Solos, pero creo que nos llevamos tanto amor como el que dimos y recibimos.
ResponderEliminarNo es triste si no muy sosegado. Un abrazo enorme, Rafael.