¡Cuánto te extraño,
montaña de mi tierra,
tan orgullosa!
Tus altas cumbres,
pendientes, sinuosas,
tan escarpadas.
Y tu figura
tan seria y orgullosa,
siempre imponía.
Hoy te recuerdo,
quisiera ir a tu lado,
estar contigo.
Quisiera hablarte,
oírte en tus respuestas,
mirar al cielo.
Y es que a tu lado,
la vida se paraba
y detenía.
Fuiste mi amiga,
mi amante y compañera:
mi poesía.
Soñamos juntos,
viviendo la aventura
en tantos días.
Aquellas tardes,
sin fin, interminables,
no las olvido.
Por eso añoro,
y busco tu figura,
montaña mía.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/06/24
Quien ama la montaña es difícil de no acordarse de ella.
ResponderEliminarUn beso, Rafael.
Se la ama y se la extraña Campirela.
EliminarUn abrazo y gracias.
Qué hermosa tu montaña Rafael, es vida. La naturaleza es plena y nos da lo que tanto necesitamos que es vitalidad. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Luján, es como dices.
EliminarUn abrazo.
Rafael, el espíritu de la montana habita en ti, sus cumbres, sus laderas y sus cimas de cielo, que se van haciendo versos de amor, amigo...Muy bello tu poema homenaje.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y feliz fin de semana.
Gracias por tus palabras y comentarios de hoy, María Jesús.
EliminarUn abrazo y feliz domingo.
Montañas que tatuaron su belleza en tus ojos, que hoy reclaman su presencia.
ResponderEliminarSiguen en ti, eso es lo que importa. Un abrazo fuerte, Rafael.