Yo recuerdo tu risa,
campechana y sincera,
que salió de tus labios
y llegó hasta mi oreja.
Fue una tarde de otoño,
y un septiembre sin fecha,,
dirigiendo los pasos
por la playa, en la arena.
Caminamos sin prisas
tras la brisa y sus huellas,
que dejaba en los cuerpos
mil caricias sinceras.
Y temblaban las manos
en su unión imperfecta,
con los dedos, ansiosos,
por rozar las diademas.
Esas flores que manan
de las frases sin letras,
de los pechos ansiosos
que suspiran y sueñan.
Palpitaba el otoño
tras fugaz primavera,
de un verano, en las almas
impacientes y frescas.
Porque amaban los ojos
y esquivaban respuestas,
que la vida enviaba
a sus tiernas cabezas.
Corazones de niños
en sus almas inquietas
con Cupido en el pecho
y su arco y sus flechas.
"...Yo recuerdo tu risa
y tu voz tan sincera,
recitando unos versos
que te di, en un poema..."
Rafael Sánchez Ortega ©
20/06/24
El recuerdo de una risa desencadenó más recuerdos y dejó el poema.
ResponderEliminarInevitable para el poeta :)
Abrazo, Rafael.
Qué bonito y sensible recuerdo.
ResponderEliminarAbrazo
Gracias María del Rosario.
EliminarAbrazo.