Los lienzos de la derrota
están pintados de negro,
en un paño sin relieves
donde quedaron los sueños.
Sueños tristes, sueños rotos,
sueños de nieve y de invierno,
que va sacando la bruma
y hasta mí venís despiertos.
Pero el lienzo de la vida
se quedó con el recuerdo,
con la miel y los colores,
de trigales y senderos.
Un pincel y una paleta
consiguieron todo esto,
con un poco de ternura
y la mano de un maestro.
Él sentía la derrota
en la punta de los dedos,
y temblando dibujaba
unas líneas sin aliento.
Porque el halo de blancura
se ha fundido con el hielo,
se ha marchado para siempre
y ahora habita en el infierno.
En el campo de batalla
han quedado muchos cuerpos,
muchos hombres que soñaron
con ser libres y sinceros.
Pero nadie las reclama,
-lienzo triste de estos versos-,
a las pobres marionetas
que lucharon y perdieron.
Ellas son sólo soldados
tras banderas y sargentos
atacando las trincheras
de otros hombres y otros sueños.
Y en el lienzo se confunde
la victoria y el sediento,
la derrota de las almas
confundidas sin remedio.
Porque el cuadro tan hermoso
es un cáliz con veneno,
una página arrancada
de la vida que ya ha muerto.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/04/12
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