Aquel día, con un beso,
aparcamos diferencias,
engañamos a las almas
y también a las estrellas.
Fue un momento, solamente,
un instante de flaqueza,
en que unimos nuestros labios
y temblaron nuestras piernas.
Nos mostramos como niños
sin temor y sin verguenza,
amparados por los años
y la sal de las mareas.
Aquel día, por un beso,
te di más de una promesa,
y tú a mi, también me diste,
la sonrisa más sincera.
Engañamos a los astros
y también a los cometas,
engañamos a los hombres
y reímos de sus reglas.
Navegamos en corceles
por las nubes y sin riendas,
y marchamos por los mares
a buscar a las sirenas.
Aquel día, con un beso,
tembló el mundo de la ciencia,
y quebraron los cristales
solitarios de la iglesia.
Se rompieron los espejos
de ventanas y siluetas,
y cesaron los suspiros
de las bocas tan traviesas.
Nuestras almas se engañaron
hechizadas en la gesta,
y al unir las sensaciones
conocieron la sentencia.
Aquel día, por un beso,
yo no sé que prometiera,
aunque dí lo más sagrado
sin saberlo mi conciencia.
Hoy... El tiempo no perdona,
y al pasado ya no hay vuelta,
no renuncio al dulce beso
ni al abrazo que te diera.
Más añoro tu mirada
y tus ojos de canela,
y la voz tan melodiosa
recitando mis poemas...
"...Aquel día, con un beso,
el Amor llamó a la puerta,
y temblando, nuestros labios,
lo tomaron como prenda..."
Rafael Sánchez Ortega ©
26/06/12
aparcamos diferencias,
engañamos a las almas
y también a las estrellas.
Fue un momento, solamente,
un instante de flaqueza,
en que unimos nuestros labios
y temblaron nuestras piernas.
Nos mostramos como niños
sin temor y sin verguenza,
amparados por los años
y la sal de las mareas.
Aquel día, por un beso,
te di más de una promesa,
y tú a mi, también me diste,
la sonrisa más sincera.
Engañamos a los astros
y también a los cometas,
engañamos a los hombres
y reímos de sus reglas.
Navegamos en corceles
por las nubes y sin riendas,
y marchamos por los mares
a buscar a las sirenas.
Aquel día, con un beso,
tembló el mundo de la ciencia,
y quebraron los cristales
solitarios de la iglesia.
Se rompieron los espejos
de ventanas y siluetas,
y cesaron los suspiros
de las bocas tan traviesas.
Nuestras almas se engañaron
hechizadas en la gesta,
y al unir las sensaciones
conocieron la sentencia.
Aquel día, por un beso,
yo no sé que prometiera,
aunque dí lo más sagrado
sin saberlo mi conciencia.
Hoy... El tiempo no perdona,
y al pasado ya no hay vuelta,
no renuncio al dulce beso
ni al abrazo que te diera.
Más añoro tu mirada
y tus ojos de canela,
y la voz tan melodiosa
recitando mis poemas...
"...Aquel día, con un beso,
el Amor llamó a la puerta,
y temblando, nuestros labios,
lo tomaron como prenda..."
Rafael Sánchez Ortega ©
26/06/12
Por un beso tantas cosas...no hay diferencias, no hay resquemores, no puede haber queja alguna...
ResponderEliminar"Aquel día, con un beso, el Amor llamó a la puerta"
HERMOSÍSIMO, RAFAEL...
Un abrazo grande, en esta fría noche de invierno en Chile.
Rafael, paso a leerte como ya se me hizo costumbre.
ResponderEliminarVeo que has encontrado una maravillosa forma de zanjar diferencias.
Besos al alma.
Gracias Maritza por tu paso, por tu visita y comentario...
ResponderEliminarUn abrazo también para ti,en esta noche calurosa de verano, desde España.
¡Ay Paula...! ¿Y qué no se puede zanjar con beso?... Quizás todo, ¿verdad?...
ResponderEliminarBesos al alma también en esta noche.
No hay que renunciar a los besos que te dejan marcada el alma. Abrazos, feliz semana.
ResponderEliminarNo, Pepa, pienso como tú.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz semana para ti.