Se han vestido de gala los ciruelos
para dar un paseo por la tierra,
y es aquí donde enseñan su donaire,
con sus hojas floridas y tan bellas.
Y es así como el hombre se conmueve,
al sentir y aspirar la primavera,
aunque sea mirando el colorido
de este árbol, de fruta, que lo muestra.
Porque son los renglones sacrosantos,
esos versos que dejan las estrellas,
por la mano, sin nombre, del Maestro,
de este cuadro que plasma en un poema.
Temporales que tiemblan con el aire,
se convierten, con furia, en mil galernas,
como azote del mar y de los hombres
que hacia el puerto encaminan sus traineras.
Se han vestido de gala los almendros
y se suman, gozosos, a la fiesta,
aumentando la gracia y la hermosura
de ese lienzo surgido tras la niebla.
Porque es cierto que llega la alborada,
que la bruma y la noche se repliegan,
que en las ramas ya cantan los jilgueros
desplegando caricias muy diversas.
Un reguero de paz nos enternece
produciendo en el alma la ceguera,
ese sueño producto de los dioses
que los niños reciben tan de cerca.
A su lado dormita el firmamento,
y una luna preciosa ya se aleja;
va a llevar el mensaje y su blancura
a otros mundos lejanos, sin fronteras.
"...Se han vestido de gala los humanos
para ser los actores de la gleba,
ese centro, latente, de la vida
y la sangre que corra por sus venas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
26/05/16
para dar un paseo por la tierra,
y es aquí donde enseñan su donaire,
con sus hojas floridas y tan bellas.
Y es así como el hombre se conmueve,
al sentir y aspirar la primavera,
aunque sea mirando el colorido
de este árbol, de fruta, que lo muestra.
Porque son los renglones sacrosantos,
esos versos que dejan las estrellas,
por la mano, sin nombre, del Maestro,
de este cuadro que plasma en un poema.
Temporales que tiemblan con el aire,
se convierten, con furia, en mil galernas,
como azote del mar y de los hombres
que hacia el puerto encaminan sus traineras.
Se han vestido de gala los almendros
y se suman, gozosos, a la fiesta,
aumentando la gracia y la hermosura
de ese lienzo surgido tras la niebla.
Porque es cierto que llega la alborada,
que la bruma y la noche se repliegan,
que en las ramas ya cantan los jilgueros
desplegando caricias muy diversas.
Un reguero de paz nos enternece
produciendo en el alma la ceguera,
ese sueño producto de los dioses
que los niños reciben tan de cerca.
A su lado dormita el firmamento,
y una luna preciosa ya se aleja;
va a llevar el mensaje y su blancura
a otros mundos lejanos, sin fronteras.
"...Se han vestido de gala los humanos
para ser los actores de la gleba,
ese centro, latente, de la vida
y la sangre que corra por sus venas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
26/05/16
Versos con sabor a primavera en el segundo lo disfruté me trasladé a un jardín lleno de aromas y colores es un paisaje que se viste para mi hermoso!!! un abrazo desde mi brillo dle mar
ResponderEliminarGracias por recrearte en estas imágenes, Bea.
EliminarUn abrazo.
Se está muy bien en tu poema...
ResponderEliminarBesos.
Gracias Carmen.
EliminarBesos.
Me has dejado dormitando bajo la sombra de tu poema...precioso Rafael.
ResponderEliminarQue disfrutes del jueves.
Un gran abrazo desde Murcia hoy fiesta día de la región.
Besosss!
Gracias por tus palabras, Carmen.
EliminarUn abrazo y que disfrutes de este día de fiesta.
PRECIOSOS VERSOS ENTRE ESTA CASCADA DE FRESCOR Y HERMOSURA.
ResponderEliminarABRAZOS
Gracias por tus palabras, Marina.
EliminarUn abrazo en la noche.
Evocador poema que me lleva de la mano al mayor espectáculo de este mundo, la madre Naturaleza en su mayor esplendor en comunión con la primavera.
ResponderEliminarBss
Me alegro de que así sea, Ángeles.
EliminarBs.
Bello encuentro poético con la primavera de la mano de esos almendros en flor que nos deleitan
ResponderEliminarUn abrazo, Rafael
Fina
Gracias por verlos así, Fina.
EliminarUn abrazo.