Regálame un poema,
dijiste en una tarde,
y entonces empecé
los versos con detalle,
hablaban de la vida,
de bancos y de parques,
de niños que jugaban
ajenos a sus madres,
también de mariposas
volando en algún baile,
con giros y más giros
y vueltas por el aire,
detalles de la aldea,
el polvo de sus calles
y luego el gran silencio
con tonos más bien graves...
Pero era otro poema,
aquel que suplicaste,
cargado de salitre
y el agua de los mares,
pedías las resacas.
las olas y el plumaje,
tal vez, de las gaviotas
y algunos cormoranes,
las voces de los remos,
marinos singulares,
cantando a las galernas
el rezo de la Salve,
los versos cobran vida,
se van de los marjales,
escapan de las almas
llegando a los altares...
"...¿Qué versos tan hermosos,
yo puedo regalarte,
si todos mis latidos
me dicen que te ame?..."
Rafael Sánchez Ortega ©
29/12/19
El porma pedido no era deliberado, sino agridulce, como algunos guisos asiáticos, y quién sabe qué versos en conserva llegaron a sus oídos. Tal vez, con precisión del cirujano, los que quería escuchar.
ResponderEliminarUn abrazo y noche con recuerdos bellos
Gracias Albada Dos.
EliminarUn abrazo y feliz noche.
Muy bueno... Tu imaginación es desbordante.
ResponderEliminarHermosos versos.
Gracias Galilea.
EliminarUn saludo.