Eran banderas
de patrias y naciones
que no existían.
Viejas reliquias
de tiempos y de hombres
que atrás quedaron.
Entre la gleba
reposan hoy sus restos
y son olvido.
Aquellas telas
flamean por los ojos
de algún nostálgico.
Ojos de ciegos,
pupilas, derrotadas,
que ansían paz.
Ciertas canciones
resurgen en los labios,
como el salitre.
Bajo las nubes,
navíos sin figura,
buscan un puerto.
Son desperdicios
del mar y del océano
a la deriva.
Buscan descanso,
sin patria y sin banderas,
¡no quieren más!
Rafael Sánchez Ortega ©
15/09/20
Esas banderas, que ondeen, en el recuerdo, en las mañanas, en los balcones, pero que no quiten la libertad de ser de donde uno se siente, su casa. Es que odio la manipulación de las banderas, me puede, oye.
ResponderEliminarUn abrazo
Esa libertad no podrán quitarla nunca, Albada Dos, ya que es superior a las banderas. Afortunadamente, creo, que la poesía está por encima de las banderas y más cerca del alma de las personas, sin distinción, creencias, etnias y un largo etcétera.
EliminarUn abrazo en la tarde.
uuufffff exacto solo quiere en vivir en paz, porque lo perdieron todo, profundos haikus un abrazo desde mi brillo del mar
ResponderEliminarGracias Bea.
EliminarUn abrazo.
No hay más bandera que la unión del ser humano,todo fanatismo destruye a la comunidad, con libertad y respeto se puede lograr grandes triunfos para el bienestar del pueblo y ese pueblo no es otro que el planeta tierra. Un abrazo
ResponderEliminarPienso igual, Campirela.
EliminarUn abrazo.