Veo las manos
cansadas de marinos
con sus cachavas.
Manos de agosto
heridas por los remos
y vendavales.
En el invierno,
se encogen y calientan
sobre las brasas.
Manos preciadas
que izaron aparejos
buscando pesca.
Se lastimaron
con roces y con golpes
en las traineras.
Fueron amigas
de anzuelos y sedales
para la pesca.
Y el fiel reflejo
de frentes con arrugas
de sol a sol.
Veo las manos,
y al verlas, me estremezco,
¡son de mi padre!
Y es que estas manos,
tan rudas y curtidas,
tienen ternura.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/08/23
Hola Rafael, bello poema exaltando el duro trabajo de los pescadores, enfrentados a las tormentas , manos callosas, ojos al distante y piel curtida. Bendiciones para esas personas. Un abrazo
ResponderEliminarCierto Merce, mucho tenemos que agradecerles.
EliminarUn abrazo y gracias.
Hermoso poema Rafael, todo un homenaje a las manos de tu padre. Abrazo.
ResponderEliminarGracias sinceras María Rosa.
EliminarAbrazo.
Manos trabajadoras y esforzadas pero que nunca dejan de brindar amor... qué lindo valorar esas manos, así estén viejas o llenas de marcas.
ResponderEliminarUn abrazo amigo.
Paty
Gracias Paty.
EliminarUn abrazo y feliz día.
Qué maravilla este poema para tu padre, me gusto mucho.
ResponderEliminarAbrazo
Gracias María del Rosario.
EliminarUn abrazo.