Y me llegó tu palabra
y te escuché en el silencio,
de aquella noche tranquila
y con tormenta muy lejos.
Eran fragmentos rasgados
y poesía del cielo,
que desgranaban tus labios
para dejarme tus versos.
Yo te escuchaba, en la orilla,
de aquel rincón, en el puerto,
donde juntamos las manos
con utopías y sueños.
Dos corazones de niños
que susurraban "te quiero",
mientras sus almas gemelas
iban, sin prisa, al encuentro.
Así pasaron los días
y allí soñamos sin tiempo,
con los relojes parados
en un febril minutero.
Porque la vida seguía
a nuestro lado, y de lejos,
ya se veían las nubes
con la tormenta y los vientos.
Era la voz de las gentes
la que llegaban con celo,
para romper tanta dicha
que nuestros sueños nos dieron.
Y así llegó la tragedia
de aquel verano tremendo,
con la galerna llevando
y separando los cuerpos.
Porque las almas seguían,
en su agonía latiendo,
y en un adiós, sin palabras,
hasta el final de los tiempos.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/07/24
Wow... qué poema amigo, es igual de enternecedor y arrasador. El amor, en sus distintos escenarios, pero ninguno de ellos cambia lo que el amor verdadero guarda. Felicidades por tu creación, un fuerte abrazo.
ResponderEliminarP A T Y
Gracias por tus palabras, Paty, eres muy generosa.
EliminarUn abrazo.
Las dos caras del amor en tus versos vuelan como ruiseñores.
ResponderEliminarTodo una metáfora. Precioso poema Rafael.
Un fuerte abrazo
Gracias Carmen.
EliminarUn abrazo.
La vida y la muerte unidas por el amor...Gran poema y gran historia, Rafael...El destino nos une y nos separa, pero el amor perdura por encima del tiempo y la distancia.
ResponderEliminarMi abrazo manchego y mi cariño, amigo.
Gracias María Jesús.
EliminarUn abrazo.