Es triste despedir a quien se quiere
y más si ha compartido tu alegría,
incluso si ha arañado y te ha mordido
creyendo que sus juegos son caricias.
Un día la recoges en la calle
la limpias y le ofreces tu comida,
la peinas con paciencia muy despacio,
incluso hasta le ofreces tu sonrisa.
Y haces en tu pecho un huequecito,
la pones en tu agenda y tu familia,
la llamas cuando llegas a tu casa
y buscas su mirada tan tranquila.
Sus ojos son de gata simplemente,
dos perlas que iluminan y que brillan,
detrás de esos bigotes tan traviesos
y encima de su linda naricita.
Recuerdas como era en el pasado
y vives su presente todavía,
no quieres que se borre su recuerdo,
y escuchas un maullido que te grita.
Te secas una lágrima sincera
y escuchas su lamento y su agonía,
bien sabes que se marcha para siempre,
que todo es una triste despedida.
No quieres que ella sufra y que padezca,
la quieres tener viva en tu retina,
que sea la alegría de tu alma
y puedas en tus sueños compartirla.
Mas eso son tus sueños, y lo sabes,
el mundo vive ajeno a tu morita,
recuerdas lo que ella te ha donado,
minutos y segundos día a día.
Minutos de buscarla como un loco
creyendo que ha marchado de visita,
segundos compartidos sobre el lecho
buscando tu calor y compañía.
Pero ahora son recuerdos todo ello,
te secas esa lágrima sencilla,
te dices que tu gata revoltosa
se encuentra con la estrella que titila.
Se encuentra con la luna y los luceros
la llevas en tu alma muy cosida,
la sientes con el beso que la mandas
ahora en que ha quedado dormidita.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/07/10
y más si ha compartido tu alegría,
incluso si ha arañado y te ha mordido
creyendo que sus juegos son caricias.
Un día la recoges en la calle
la limpias y le ofreces tu comida,
la peinas con paciencia muy despacio,
incluso hasta le ofreces tu sonrisa.
Y haces en tu pecho un huequecito,
la pones en tu agenda y tu familia,
la llamas cuando llegas a tu casa
y buscas su mirada tan tranquila.
Sus ojos son de gata simplemente,
dos perlas que iluminan y que brillan,
detrás de esos bigotes tan traviesos
y encima de su linda naricita.
Recuerdas como era en el pasado
y vives su presente todavía,
no quieres que se borre su recuerdo,
y escuchas un maullido que te grita.
Te secas una lágrima sincera
y escuchas su lamento y su agonía,
bien sabes que se marcha para siempre,
que todo es una triste despedida.
No quieres que ella sufra y que padezca,
la quieres tener viva en tu retina,
que sea la alegría de tu alma
y puedas en tus sueños compartirla.
Mas eso son tus sueños, y lo sabes,
el mundo vive ajeno a tu morita,
recuerdas lo que ella te ha donado,
minutos y segundos día a día.
Minutos de buscarla como un loco
creyendo que ha marchado de visita,
segundos compartidos sobre el lecho
buscando tu calor y compañía.
Pero ahora son recuerdos todo ello,
te secas esa lágrima sencilla,
te dices que tu gata revoltosa
se encuentra con la estrella que titila.
Se encuentra con la luna y los luceros
la llevas en tu alma muy cosida,
la sientes con el beso que la mandas
ahora en que ha quedado dormidita.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/07/10
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