Te entiendo amigo y pienso como tú,
porque al final pensar, todos pensamos,
no somos simplemente marionetas
ni trozos ni fragmentos del pasado.
Vivimos un momento del presente,
reimos, aplaudimos y lloramos,
y vamos escribiendo en nuestro libro
las letras de un poema inacabado.
La vida se compone de suspiros,
de guiños entre luces y relámpagos,
de sueños que se hacen realidades
y de otros imposibles de lograrlos.
La vida es el momento que vivimos,
la vida es el instante que luchamos,
por eso los segundos son vitales
y nunca deberemos olvidarlo.
Hay hombres como tú, que mucho piensan,
y otros que se quedan muy callados,
me sumo a los que piensan y cavilan
y dudan del motivo de sus pasos.
Aunque también lo sé, y soy consciente,
de ese silencio amigo tan amargo,
de ese licor que tanto he compartido
en soledad rumiando mis fracasos.
Porque la vida tiene estos extremos,
la fama que se logra en el ocaso,
la lucha desde el alba silenciosa
buscando recompensa en el trabajo.
Pero también se busca el equilibrio,
esa quietud del alma con su encanto,
ese encontrar amor en el camino
y la palabra ardiente de unos labios.
Por eso te decía que te entiendo,
por eso mi mirada va a tu lado,
para llevarte un poco de agua fresca
y decirte que existe ese Parnaso.
Ese rincón en medio de los bosques,
con su jardín bendito y tan sagrado,
donde se lee y se escribe poesía
en medio de las rosas y los nardos.
Porque al final, todos queremos ser
testigos del amor en ese acto,
vivir intensamente ese momento
hasta llegar a amar, y ser amados.
Rafael Sánchez Ortega ©
16/07/10
porque al final pensar, todos pensamos,
no somos simplemente marionetas
ni trozos ni fragmentos del pasado.
Vivimos un momento del presente,
reimos, aplaudimos y lloramos,
y vamos escribiendo en nuestro libro
las letras de un poema inacabado.
La vida se compone de suspiros,
de guiños entre luces y relámpagos,
de sueños que se hacen realidades
y de otros imposibles de lograrlos.
La vida es el momento que vivimos,
la vida es el instante que luchamos,
por eso los segundos son vitales
y nunca deberemos olvidarlo.
Hay hombres como tú, que mucho piensan,
y otros que se quedan muy callados,
me sumo a los que piensan y cavilan
y dudan del motivo de sus pasos.
Aunque también lo sé, y soy consciente,
de ese silencio amigo tan amargo,
de ese licor que tanto he compartido
en soledad rumiando mis fracasos.
Porque la vida tiene estos extremos,
la fama que se logra en el ocaso,
la lucha desde el alba silenciosa
buscando recompensa en el trabajo.
Pero también se busca el equilibrio,
esa quietud del alma con su encanto,
ese encontrar amor en el camino
y la palabra ardiente de unos labios.
Por eso te decía que te entiendo,
por eso mi mirada va a tu lado,
para llevarte un poco de agua fresca
y decirte que existe ese Parnaso.
Ese rincón en medio de los bosques,
con su jardín bendito y tan sagrado,
donde se lee y se escribe poesía
en medio de las rosas y los nardos.
Porque al final, todos queremos ser
testigos del amor en ese acto,
vivir intensamente ese momento
hasta llegar a amar, y ser amados.
Rafael Sánchez Ortega ©
16/07/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario