Pequeña cenicienta de mi vida,
eterna caracola rescatada,
no temas a la brisa del noreste
y busca entre mis brazos la bonanza.
Prosigue con tus sueños de princesa
y juega mientras tanto con las Hadas,
escucha de sus labios las canciones
y baila con las hojas de las hayas.
No temas si susurran los cipreses,
ni tiembles con los rayos que descargan,
las nubes tienen formas caprichosas
producto de los vientos y las lágrimas.
Los vientos que soplaron en los mares
y fueron rescatados de la Atlántida,
el reino de los mitos y leyendas,
perdido entre los mares y las aguas.
Las lágrimas tomadas de los hombres
esperan ese roce de tu cara,
el leve escalofrío de tus labios
que gime y balbucea sin palabras.
Pequeña cenicienta de mi vida,
no quiero nos separe la distancia,
ni quiero que tus ojos tengan miedo
por causa de la duda que te asalta.
Acércate a la playa en un momento
y busca a las sirenas encantadas,
pregúntales por todo lo que dudas
y aspira el dulce aroma de las algas.
Y luego, cuando tengas la respuesta,
sumérgete en las aguas tan saladas,
espera a que las olas te saluden
y diles todo aquello que tú guardas.
Es hora que preguntes por la luna,
también de las estrellas que te hablan,
la noche con su manto tan oscuro,
y el baile con la música y la danza.
No temas ni te apures por la hora,
ya sé que está sonando la campana,
apriétate en mis brazos simplemente,
pequeña cenicienta enamorada.
"...Pequeña cenicienta de mi vida,
eterna singladura de mi playa,
tú eres la gaviota caprichosa
y el dulce escalofrío de mi alma..."
Rafael Sánchez Ortega ©
26/07/10
eterna caracola rescatada,
no temas a la brisa del noreste
y busca entre mis brazos la bonanza.
Prosigue con tus sueños de princesa
y juega mientras tanto con las Hadas,
escucha de sus labios las canciones
y baila con las hojas de las hayas.
No temas si susurran los cipreses,
ni tiembles con los rayos que descargan,
las nubes tienen formas caprichosas
producto de los vientos y las lágrimas.
Los vientos que soplaron en los mares
y fueron rescatados de la Atlántida,
el reino de los mitos y leyendas,
perdido entre los mares y las aguas.
Las lágrimas tomadas de los hombres
esperan ese roce de tu cara,
el leve escalofrío de tus labios
que gime y balbucea sin palabras.
Pequeña cenicienta de mi vida,
no quiero nos separe la distancia,
ni quiero que tus ojos tengan miedo
por causa de la duda que te asalta.
Acércate a la playa en un momento
y busca a las sirenas encantadas,
pregúntales por todo lo que dudas
y aspira el dulce aroma de las algas.
Y luego, cuando tengas la respuesta,
sumérgete en las aguas tan saladas,
espera a que las olas te saluden
y diles todo aquello que tú guardas.
Es hora que preguntes por la luna,
también de las estrellas que te hablan,
la noche con su manto tan oscuro,
y el baile con la música y la danza.
No temas ni te apures por la hora,
ya sé que está sonando la campana,
apriétate en mis brazos simplemente,
pequeña cenicienta enamorada.
"...Pequeña cenicienta de mi vida,
eterna singladura de mi playa,
tú eres la gaviota caprichosa
y el dulce escalofrío de mi alma..."
Rafael Sánchez Ortega ©
26/07/10
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