A veces te despiertas en la vida
y ves ante el espejo tu reflejo,
observas la figura que te muestra
y al hombre derrotado y en silencio.
Contemplas ese rostro mucho rato
y miras pensativo hacia lo lejos,
allá donde no alcanzan tus pupilas
y buscas tras las sombras los recuerdos.
Caricias y sonrisas se confunde
y llegan apagadas con el eco,
acuden tantas lágrimas vertidas,
suspiros contenidos en tu pecho.
Entonces en la eterna fantasía
te elevas a otro mundo mas sincero,
aquel que tu has soñado desde niño,
el mundo de los ángeles eternos.
El mundo del amor y la esperanza,
sin guardias, sin fronteras ni guerreros,
un mundo con la paz como divisa
y lleno de cariño verdadero.
Mas vuelves a la tierra nuevamente
y bajas de la nube de tus sueños,
regresas ante el hombre que contempla
y mira su futuro tan incierto.
Las dudas se reflejan en su frente,
y un halo de tristeza por su ceño,
sus labios han perdido la alegría
y buscan el sabor del vino añejo.
Recuerdos simplemente de un pasado,
hermosos y plasmados en los versos,
recuerdos de minutos compartidos
rompiendo el protocolo de los tiempos.
Entonces se escucharon los susurros,
aquellos recogidos por el viento,
volvían por praderas y por mares,
de un viaje por la vida y por los cielos.
Volvían a mi lado en la mañana,
venían con la brisa y con sus besos,
venían totalmente renovados
al niño que ha crecido sin saberlo.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/07/10
y ves ante el espejo tu reflejo,
observas la figura que te muestra
y al hombre derrotado y en silencio.
Contemplas ese rostro mucho rato
y miras pensativo hacia lo lejos,
allá donde no alcanzan tus pupilas
y buscas tras las sombras los recuerdos.
Caricias y sonrisas se confunde
y llegan apagadas con el eco,
acuden tantas lágrimas vertidas,
suspiros contenidos en tu pecho.
Entonces en la eterna fantasía
te elevas a otro mundo mas sincero,
aquel que tu has soñado desde niño,
el mundo de los ángeles eternos.
El mundo del amor y la esperanza,
sin guardias, sin fronteras ni guerreros,
un mundo con la paz como divisa
y lleno de cariño verdadero.
Mas vuelves a la tierra nuevamente
y bajas de la nube de tus sueños,
regresas ante el hombre que contempla
y mira su futuro tan incierto.
Las dudas se reflejan en su frente,
y un halo de tristeza por su ceño,
sus labios han perdido la alegría
y buscan el sabor del vino añejo.
Recuerdos simplemente de un pasado,
hermosos y plasmados en los versos,
recuerdos de minutos compartidos
rompiendo el protocolo de los tiempos.
Entonces se escucharon los susurros,
aquellos recogidos por el viento,
volvían por praderas y por mares,
de un viaje por la vida y por los cielos.
Volvían a mi lado en la mañana,
venían con la brisa y con sus besos,
venían totalmente renovados
al niño que ha crecido sin saberlo.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/07/10
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