viernes, 25 de marzo de 2011

DEBÍ TOMAR LA FLOR CUANDO ERA JOVEN...


Debí tomar la flor cuando era joven,
ahora aquel rosal está marchito,
los días y las noches le cubrieron
y el paso de los años con sus ciclos.

Las rosas se conservan en el alma
igual que las estampas en los libros,
sus pétalos producen sensaciones,
recuerdos de momentos ya vividos.

Por eso me conmueven unos versos
sacados desde el fondo del abismo,
hablaban de la vida y las pasiones
de tiempos de lujuria en el estío.

Hablaban del amor entre dos almas,
dos tiernos corazones florecidos,
buscaban una flor, la más preciosa,
la rosa del jardín en su camino.

Los versos continuaban largamente,
hablaban de reproches cometidos,
contaban del amor y desamores
de ratos y momentos tan esquivos.

Por eso yo pensaba en el pasado,
pensaba en el rosal tan exquisito,
la rosa tentadora que ofrecía,
tan solo con un pero, el de su espino.

Sabía que al tomar aquella rosa
la sangre brotaría como un hilo,
tenía aquel espìno de defensa
clavándome en el dedo malherido.

No debo de pensar, pensar es malo,
se piensa por pensar, por compromiso,
más debo despertar y estar atento,
hay rosas para dar y seguir vivo.

La rosa del pasado ya está lejos,
no importa cómo y cuándo, ni es preciso,
importa el corazón que está esperando
y aguarda con paciencia tus latidos.

Yo quiero despertar de mi nostalgia
y quiero compartir mi amor contigo,
yo quiero simplemente que me sientas,
¡amado corazón, mi amor querido!.

Rafael Sánchez Ortega ©
25/03/11

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