II
En ellos, los sirvientes y señores,
comparten la belleza de los cielos,
las viñas con las uvas y majuelos,
perfilan tanta paz en los alcores.
Descansan nuestros hombres soñadores
en tierra que forjaron los abuelos;
logrando de calores y de hielos,
los frutos de la misma sin favores.
Por eso comprendí que aquellas tierras
tenían mucha sangre en sus entrañas.
La sangre del trabajo y de las guerras,
la sangre del sudor de las mañanas.
La sangre irreverente de las sierras,
soplando con furor las tramontanas.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/03/11
En ellos, los sirvientes y señores,
comparten la belleza de los cielos,
las viñas con las uvas y majuelos,
perfilan tanta paz en los alcores.
Descansan nuestros hombres soñadores
en tierra que forjaron los abuelos;
logrando de calores y de hielos,
los frutos de la misma sin favores.
Por eso comprendí que aquellas tierras
tenían mucha sangre en sus entrañas.
La sangre del trabajo y de las guerras,
la sangre del sudor de las mañanas.
La sangre irreverente de las sierras,
soplando con furor las tramontanas.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/03/11
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