"...A veces con los sueños dormimos esperanzas..."
Si miro atrás contemplo ese vacío,
la negra soledad de los ausentes,
la vida tenebrosa de los ciegos
que viven sin vivir y siempre temen.
Es duro perseguir una utopía,
el bello cabalgar de los corceles
marchando hacia el futuro tan gallardos,
altivos, casquivanos y rebeldes.
El viaje se rompió sin yo quererlo,
me vi casi temblando en los andenes,
el tren ya se marchaba hacia la nada
llevando mi equipaje tan celeste.
Entonces la esperanza quedó rota
cual rosa marchitada con claveles,
pisados por la mano del destino
dejadas a los pies de los cipreses.
Los sueños de la vida son difusos,
dormimos esos sueños muchas veces,
lo hacemos con el fin de renovarnos
buscando ese principio que no viene.
Por eso la esperanza se aletarga
y queda en ese sueño complaciente,
un tiempo donde el pecho no palpita
y el alma del reloj ya se detiene.
La vida es la esperanza renovada,
los sueños son los sueños, simplemente,
buscamos esa vida que nos llama
el día con la noche que nos llene.
Que venga con la brisa renovada,
que traiga la ilusión de los dementes,
la eterna fantasía de los locos,
pintores y poetas con sus duendes.
Que venga con la estela de colores,
la misma que cubría nuestras pieles,
en tiempos de un pasado no lejano
logrando el sueño ansiado del nordeste.
El viento que gritaba a nuestras almas
curando las heridas tan crueles,
las lágrimas temblando de los labios
y el beso vacilante y siempre breve.
"...A veces con los sueños nos dormimos,
y duermen nuestras almas tan ausentes,
con ellas la ilusión y la esperanza
dan paso a la tristeza y a la muerte..."
Rafael Sánchez Ortega ©
09/03/11
Si miro atrás contemplo ese vacío,
la negra soledad de los ausentes,
la vida tenebrosa de los ciegos
que viven sin vivir y siempre temen.
Es duro perseguir una utopía,
el bello cabalgar de los corceles
marchando hacia el futuro tan gallardos,
altivos, casquivanos y rebeldes.
El viaje se rompió sin yo quererlo,
me vi casi temblando en los andenes,
el tren ya se marchaba hacia la nada
llevando mi equipaje tan celeste.
Entonces la esperanza quedó rota
cual rosa marchitada con claveles,
pisados por la mano del destino
dejadas a los pies de los cipreses.
Los sueños de la vida son difusos,
dormimos esos sueños muchas veces,
lo hacemos con el fin de renovarnos
buscando ese principio que no viene.
Por eso la esperanza se aletarga
y queda en ese sueño complaciente,
un tiempo donde el pecho no palpita
y el alma del reloj ya se detiene.
La vida es la esperanza renovada,
los sueños son los sueños, simplemente,
buscamos esa vida que nos llama
el día con la noche que nos llene.
Que venga con la brisa renovada,
que traiga la ilusión de los dementes,
la eterna fantasía de los locos,
pintores y poetas con sus duendes.
Que venga con la estela de colores,
la misma que cubría nuestras pieles,
en tiempos de un pasado no lejano
logrando el sueño ansiado del nordeste.
El viento que gritaba a nuestras almas
curando las heridas tan crueles,
las lágrimas temblando de los labios
y el beso vacilante y siempre breve.
"...A veces con los sueños nos dormimos,
y duermen nuestras almas tan ausentes,
con ellas la ilusión y la esperanza
dan paso a la tristeza y a la muerte..."
Rafael Sánchez Ortega ©
09/03/11
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