No es posible, me dije pensativo,
que yo amara y quisiera a esta persona,
ni que hubiera perdido la cabeza
escribiendo poemas a las rosas.
Pero si, el pasado es implacable,
y refleja momentos en sus notas,
son las huellas dejadas por nosotros
que regresan del tiempo con las olas.
Es el eco que vuelve con mensajes,
con suspiros que llegan a la borda,
en el viejo velero que navega
renqueante, y seguro con su proa.
Atrás quedan los años y el pasado,
las palabras un tanto seductoras,
el perfume de jaras y azahares
y los versos con frases tan hermosas.
Porque todo tenía un contenido,
un mensaje de viaje y de derrota,
hacia ti bella estrella, que iluminas,
en la noche con luz tan candorosa.
No es posible que amara, en el pasado,
decía la conciencia muy burlona,
ni que hubiera perdido la cabeza
escribiendo deprisa y a deshoras.
Pero fue y sucedió, yo no lo niego,
aunque sea una etapa nebulosa,
aunque ahora me asuste aquel pasado
y aunque tenga otra meta como norma.
No reniego del tiempo caducado,
que dispara sin más a quemarropa,
presentando personas y recuerdos
de una forma sutil y habilidosa.
Aquel tiempo pasado quedó escrito
y el poema cerrado con su cuota,
y sus versos descansan en silencio
en el libro y rincón de mi memoria.
Yo no quiero fantasmas del pasado
que me hablen de días y de horas,
sólo quiero soñar eternamente
y beber en el néctar de su copa.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/07/11
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