No te arrepientas nunca del pasado
ni de aquellas palabras pronunciadas,
dijiste a las personas muchas cosas
pero eran sentimientos de tu alma.
Sentimientos nacidos y vividos
a lo largo del tiempo y las jornadas,
sentimientos que un día te enseñaron
el valor de vivir cada mañana.
Por eso te expresabas de aquel modo,
por eso les mostraste lo que guardas,
tratando de aprender los mil detalles
que a tu vida, sin duda le faltaban.
Por eso te repito que no dudes,
hiciste lo correcto y cara a cara,
mirando a las pupilas y a los ojos
diciendo lo que el pecho te dictaba.
Atrás quedó el pasado con sus gentes,
con la niebla y bruma en lontananza,
quedaron los amores primerizos,
las risas y latidos de alboradas.
Quedaron con el tiempo y enterrados
momentos y siluetas ya lejanas,
y con ellos quedaron los violines,
las cuerdas del piano con las arpas.
No sé si los recuerdos son correctos,
si surgen cual cenizas de la nada,
si vienen del volcán que está latente
tratando de surgir de las entrañas.
Más de algo estoy seguro, y te lo digo,
dijiste las palabras más sensatas,
dijiste todo aquello que sentías
tratando con respeto a quien amabas.
Por eso sé sincero y no lo dudes,
no busques la tristeza con su carga,
amaste en el pasado y eso es cierto,
y fuiste el perdedor de tu batalla.
Amaste la ilusión y fantasía,
la eterna Dulcinea de la Mancha,
amaste como aman los poetas,
llevando la ternura en tus palabras.
Rafael Sánchez Ortega ©
30/07/11
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