Noche de julio, es verano.
Noche de aguas y vientos,
noche que esconde rumores,
noche que llega en silencio.
Sólo se escucha un sonido:
el minutero del tiempo,
es el reloj de la sala
con su tic-tac y lamento.
Suenan ventanas arriba
que no respetan el lecho,
ni las personas que duermen,
ni las que sueñan despiertos.
En el país de los locos
hasta los cuerdos son ciegos;
ciegos con ojos vacíos,
y que carecen de sueños.
Yo le pregunto a la noche
por los susurros y el eco,
por los suspiros velados
de marineros sedientos.
Yo le pregunto a la lluvia
cuándo se marcha ya lejos,
cuándo nos deja tranquilos,
cuándo renuncia a sus besos.
Porque la noche discurre
y el temporal va en aumento;
rugen las olas bravías
claman los robles y fresnos.
Todo se vuelca en el alma,
todo se mezcla en el pecho,
mientras el viento y la lluvia
siguen, sin más, su concierto.
Pero yo quiero que acabe,
quiero la paz de los muertos,
quiero ese beso robado,
el que mis labios te dieron.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/07/11
No hay comentarios:
Publicar un comentario