Recuerdo aquella tarde en la alameda;
llovía y tú llegabas con tu paso.
Venías resguardada en un paraguas
y el rostro, como siempre, arrebolado.
Nos fuimos a un café que estaba abierto,
buscamos un asiento y nos miramos,
gozaron nuestros ojos, nuevamente,
y hablaron sin palabras nuestros labios.
Caía la garúa de mi tierra,
las gotas diminutas con su llanto,
la dulce sensación que la neblina
ofrece muchas veces los veranos.
Temblaban tus ojitos soñadores,
temblabas con el vaso entre las manos,
temblaba el corazón que allí latía
y el labio soñoliento y sin cigarro.
Tomamos el café y, ya respuestos,
nos dimos un silencio y un descanso,
miramos a través de los cristales
la plaza, la alameda y los tejados.
Estábamos tan cerca en esa tarde,
unidas las dos almas sin reparo,
mirando como entraban los clientes,
cuando otros desfilaban calle abajo.
Repuestos, nos salimos a la calle,
cruzamos la alameda, entre los bancos,
subimos la calleja de la cuesta
con viejos canalones goteando.
Buscamos el amparo en la capilla,
en medio de las sombras y el sagrario,
rezamos, una salve y la plegaria,
y unimos los dos labios, sin dudarlo.
Es bello recordar esos momentos,
instantes deliciosos de un pasado,
minutos compartidos de la vida
que vuelven con la lluvia, en un abrazo.
Es tierno recordar al ser querido,
aquel que despertó nuestro letargo,
haciendo de los días y las noches
un templo del amor nunca soñado.
Rafael Sánchez Ortega ©
15/07/12
Momentos únicos,inolvidables que nunca se irán de nosotros y que,gracias a la poesía,podemos revivir cuando queramos.
ResponderEliminarMuy romántico Rafael.
Momentos rescatados de esa "niebla del recuerdo" que todos llevamos dentro Jerónimo.
ResponderEliminarUn abrazo
Siguen tus recuerdos, amigo Rafael. Recuerdos que rebosan en los momentos de nostalgia. Recuerdos del ayer, pero siempre aquellos que dejaron huellas dulces.
ResponderEliminarSaludos afectuosos
FINA
la nostalgia se hace voz en el hablante e inunda los arpegios de la memoria
ResponderEliminarun abrazo y feliz semana
Que hermosura de poema. Esos recuerdos de un tiempo pasado, ese amor, esos besos. Abrazos.
ResponderEliminarSí, Fina, siguen los recuerdos que van saliendo de ese viejo baúl que todos tenemos en el alma.
ResponderEliminarUn abrazo.
A veces es como un monólogo Elisa, el del escritor con la cuartilla, y depositando en ella esas letras cargadas de nostalgias.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz semana también para ti.
Gracias por ver así estos versos Pepa.
ResponderEliminarAbrazos en la tarde de un domingo.
Bellísimo poema, con una musicalidad encantadora y un contenido sublime. ¡Felicitaciones! Un abrazo.
ResponderEliminarBello poema, Rafaél, con unos versos de rima nuy buenos, llenos de encanto especial en nostalgia de recuerdo.-
ResponderEliminarSaludos afectuosos.
Leonor
Gracias por tu comentario y visitar mi Blog Alma.
ResponderEliminarUn abrazo en la noche.
Gracias Leo por ver así mis versos.
ResponderEliminarSaludos y el deseo de una feliz semana.
"Estábamos tan cerca en esa tarde..."
ResponderEliminarEsos milagros son auténticos tesoros para recrear toda la vida, hay que guardarlos con mucho cuidado, como el que pones tú.
Abrazos.
María.
Seguro de que todos tenemos alguno de estos "milagros" guardados celosamente en el corazón María, ¿verdad?...
ResponderEliminarUn abrazo en la noche.