Hoy te he visto viejo roble
con tus ramas ya vencidas y cansadas. Estabas soñoliento en la mañana,
con los ojos cerrados y acunado
por la brisa del nordeste.
Cuando te vi me pareció que un temblor imperceptible
recorría el viejo tronco y tu corteza
y que unos pajarillos,asustados,
se elevaban hacia el cielo.
Pero debió de ser mi vista ya cansada
la causante de este efecto
y así me lo indicó una hoja, desprendida de tus ramas,
que besó sin más preámbulos mi cara.
Fue un suspiro simplemente de tus labios,
viejo roble tan anciano,
una lágrima traidora del guardián de la capilla solitaria
que a tu lado construyeron unas manos artesanas.
¡Viejo roble, yo te miro y yo te escucho!,
aunque creas que he venido solamente de paseo en este día
hasta tu lado.
Tú quizás no me recuerdes,
pero hace tiempo y muchos años,
yo venía paso a paso hasta el abrigo de tu sombra
y te hablaba de mis cosas,
de mis sueños y proyectos,
te contaba mis secretos
y tú nunca me reñiste ni miraste con recelo,
pues yo siempre me volvía renovado para casa
y con nuevas esperanzas en el alma.
Una vez grabé unas letras en tu tronco con un nombre,
que aún conservas.
Y ese nombre trae suspiros y nostalgias a mi pecho,
porque el nombre en ti grabado
yo lo llevo entre mis labios susurrando,
a pesar de tanto tiempo transcurrido.
Es por eso viejo roble que no olvido ni te olvido
y que vengo hasta tu lado para verte y saludarte
en el otoño de tu vida y de la mía,
cuando ya se acerca la tormenta
y también la marejada va en aumento
y unas voces envidiosas me preguntan "que a quién hablo",
porque temen un principio de locura.
¿Pero cómo convencerles que es a ti, ¡mi viejo roble!,
a quién mando mis susurros,
a quien hablo y participo de la eterna chifladura
de mis sueños y recuerdos?...
Rafael Sánchez Ortega ©
27/07/12
Tienen mucha ternura tus versos,Rafael...
ResponderEliminarEl árbol amigo, confidente como ninguno, testigo de amores, de desahogos, de tristezas, de explosiones del alma... Bueno,supongo que es inevitable el hacer estos recuentos, mirar hacia atrás, ver lo que fuimos, lo que dimos, y lo que supuestamente nos queda por transitar en esta vida.
Abrazos miles, y felicidades siempre, amigo!
Cada uno habla con quien quiere, hasta con las piedras del camino o consigo mismo. ¿Es necesario convencer? Que piensen lo que quieran, mientras hablen de la locura del poeta no lo harán de otra cosa.
ResponderEliminarPocos pueden enorgullecerse de esa fidelidad al roble que escuchó pacientemente tus temores e inquietudes, que ofreció su corteza para que grabases el nombre de la razón de tu existencia.
¡Ah! tu respuesta a mi segundo comentario del poema anterior, quedó perfectamente clara.
Un abrazo grande en la noche, Rafael.
En realidad muchos autores han coincidido en esta especie de diálogo con el árbol, como haciéndole confidente de sus cosas. Eso intenté con este poema en prosa Maritza, aunque en otros anteriores he profundizado más en el monólogo.
ResponderEliminarUn abrazo en la noche.
Cierto Mafalda y de ahí la libertad de cada uno para hacerlo y en este caso más la del "poeta", (aunque sea entre comillas). Sé que la vida del escritor vocacional, pasa por momentos de dudas, de incomprensiones diría, y muchas veces de las personas más cercanas. ¡Es una pena que tantas manos dejen sin plasmar sus sentimientos y sus versos por este motivo!
ResponderEliminar¿Que nos llaman locos por hablar con un roble, con el mar, con la montaña...? ¡Bendita locura Mafalda!, porque la naturaleza sí nos escucha y nosotros a ella, ¿no piensas lo mismo?
Un abrazo también para ti en la noche.
Es conveniente hablar con la Naturaleza.Soy de los que creen que los árboles tienen alma y saben escuchar.
ResponderEliminarUn poema precioso Rafael.
Saludos.
El viejo roble te recuerda. Lleva grabado tus sentimientos, no es una locura hablarle. Bellisimo poema Rafael. Abrazos...
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo Jerónimo, los árboles tienen algo más que encanto y esa alma que tú dices escucha y recibe y también habla.
ResponderEliminarUn saludo y feliz fin de semana.
Gracias Pepa, el bosque siempre ha tenido un algo especial que atrapa, que se deja seducir, como un buen amante y que a la vez sabe dar su caricia y su charla sin palabras, pero que llega siempre a nuestras almas.
ResponderEliminarUn abrazo en la tarde.
Qué texto más bonito. Hay árboles que marcan nuestra vida y que nos arrancan los sentimientos más profundos...
ResponderEliminarMe encantó leerte.
Un abrazo.
Siempre existe aquel entrañable amigo, que en su silencio nos escucha y se convierte en cómplice y fiel confidente.
ResponderEliminarLindas letras, Rafael.
Besitos y abrazos de mariposa!
Bello finde!!!
Gracias Laura por tu visita y comentario. Te diré en secreto que el árbol existe y la otra mañana, mientras le veía, me venían a la cabeza esos versos.
ResponderEliminarUn abrazo en la tarde.
El árbol, en este caso el roble, siempre nos escucha y es un buen confidente Diana. Te lo puedo asegurar.
ResponderEliminarUn abrazo en la tarde.
Ojalá te dure mucho esa eterna chifladura de tus sueños, de tus recuerdos y de tus versos, que nos regalas con tanta genoridad.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz noche.
Gracias María S. Un abrazo y feliz noche también para ti.
ResponderEliminarSí, Rafael, pienso lo mismo. ¡Bendita locura!
ResponderEliminarEn la noche, claro, se alarga mi abrazo.
Gracias Mafalda. Un abrazo en la noche.
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