Lloró la nube,
con lágrimas amargas,
sobre la tierra.
Regó los campos,
que buena falta hacía,
por la sequía.
Mojó los bosques
de robles y de hayedos
ya centenarios.
Lloró el muchacho,
hambriento y desnutrido
de las favelas.
Y hasta las lágrimas
rodaron por los ojos
de algún anciano.
¡Cuánta tristeza,
querida mariposa,
se ve en la vida!
Pero sonríen
tus alas cristalinas
y parpadean.
Y yo te imito
y vuelo con tus sueños
por el jardín.
Seca mis ojos,
mi dulce mariposa,
"es una nube".
Rafael Sánchez Ortega ©
02/07/22
Que sólo sean nubes, y las mariposas, ligeras y etéreas, sigan volando siempre.
ResponderEliminarUn abrazo
Seguirán Maripau, no lo dudes.
EliminarUn abrazo.
Siempre hubo y habrá dolor en la tierra, pero a veces es necesario sonreír al menos frente a una mariposa , son tan bonitas que llegar a alegrar la tarde.
ResponderEliminarmariarosa
Gracias María Rosa.
EliminarUn abrazo en la noche.
Que ese halo de tristeza que parece incidir la vida , sea ligero, y perdure mucho más la libertad del volar de las mariposas, libres y bellas.
ResponderEliminarLindo poema Rafael. Un beso.
Gracias Campirela.
EliminarUn abrazo en la noche.
Amo las mariposas y tu poesia!
ResponderEliminarAbrazote!
Gracias Natalia, me alegro de que te guste.
EliminarUn abrazo.
Cada vez llueve más amargura sobre la tierra.
ResponderEliminarY de la otra, de la nutricia, andamos escasos por aquí, que falta hace.
La mariposa siempre fiel a tu poesía.
Abrazo, Rafael.
Gracias por tus palabras Verónica.
EliminarAbrazo.