El navegante
quedó muy sorprendido
al ver la playa.
Las olas mansas
rompían en la orilla
con las resacas.
Luego, indolentes,
sus brazos se estiraban
por las arenas.
Unas gaviotas,
sin prisas, contemplaban
aquella escena.
Un cuadro mágico,
se alzaba ante los ojos
del navegante.
Y hasta los cielos,
azules, se asomaban
para adornarlo.
Nuestro marino
volvía de muy lejos
después de un tiempo.
Días de frío,
de cañas y de pesca
sobre las aguas.
Y en sus pupilas,
brillaban mariposas
de mil colores.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/07/22
Esas pupilas guardarán un hermoso recuerdo
ResponderEliminarAbrazo
Gracias Verónica.
EliminarAbrazo.
Haber estado lejos, pero regresar con mariposas, es una imagen muy potente.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Maripau.
EliminarUn abrazo.
Si nos fijamos hay que ver la vida de un navegante, solitaria ,pero a la vez llena de recuerdos y personas que habran pasado en su mirada y vida. bueno e lo que me a transmitido tu poema. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Campirela, me alegro de que veas todo eso en mis letras.
EliminarUn abrazo y feliz noche.
Ese navegante sintió arder su corazón, y su regreso lo embrujo.
ResponderEliminarAbrazo
Gracias María del Rosario.
EliminarAbrazo.