Ojos azules
que buscan en el cielo
su manto azul.
Almas inquietas
que ojean en los mares
su verde mar.
Y tú los miras,
mi linda mariposa,
y te emocionas.
Ojos de niños
que dejan los cometas
por un instante.
Hacia las nubes
dirigen sus miradas
tan impacientes.
En ellas ven
figuras e utopías
de su niñez.
Almas de hombres
que viven un otoño
encantador.
Y mientras tanto
contemplan la bahía
y el horizonte.
Barcos que pasan,
gaviotas que se mecen
sobre las olas.
¡Sí, mariposa!,
contemplas todo esto
y eres feliz.
Desde el silencio
vislumbro este milagro
y le comparto.
El cielo azul,
de niños y de ancianos
y tú en él.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/07/22
Un poema donde todos ocupan un lugar primordial, nada sobra y nada fatla. Tranquilidad, serenidad unida nos da paz. Un besote en la tarde.
ResponderEliminarGracias por tus palabras Campirela.
EliminarUn abrazo en la tarde.
Cuanta dulzura en este poema, bello, un mundo maravilloso en cada estrofa.
ResponderEliminarmariarosa
Gracias por ver así estos versos, María Rosa.
EliminarUn abrazo.