Una casona,
un tanto abandonada,
me contemplaba.
Yo era un sencillo
andante, y peregrino
por el sendero.
Ella miraba
y atenta, vigilaba,
a los viajeros.
Largo camino
nacido en otras tierras,
rumbo a Galicia.
Pasa por campos,
aldeas y terruños
muy soleados.
Hay amapolas,
y algunas mariposas
buscan la fuente.
Ante la casa
hay bancos y una mesa
para el descanso.
¡Vieja casona
que has visto tantos rostros
desconocidos!
Dime que sí,
que voy por buen camino,
hacia Santiago.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/07/22
Momentos que quedan y merecen poemas.
ResponderEliminarAbrazo, Rafael.
Gracias Verónica.
EliminarAbrazo.