Aquel perfume
de miel y de lavanda
te entusiasmó.
Ojos cerrados,
el alma soñolienta
y tú en el cielo.
Así te vi
y pude contemplarte
desde el silencio.
Porque yo estaba
oculto entre las sombras
de tu conciencia.
Iba contigo,
estaba en tus sentidos
y tú en los míos.
Nada te dije
y nada comentaste
de todo aquello.
Como dijimos,
"nos sobran las palabras",
y era verdad.
Yo me quedé
oliendo tu perfume
en tu recuerdo.
Y reviví,
momentos de otras tardes
en compañía.
Cerré los ojos
soñando con tus labios
una vez más.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/01/23
Hay perfumes que no se pierden. Bellos versos.Feliz día Rafael. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Carmen.
EliminarUn abrazo.
Aromas de amor y de recuerdos. Bello poema Rafael, un abrazo
ResponderEliminarGracias Juan.
EliminarUn abrazo.
Las personas nos las hacen recordar mucha cosas, entre ellas el aroma que desprenden.
ResponderEliminarTu poema lo refleja a la perfección .
Un abrazo .
Gracias Campirela.
EliminarUn abrazo.
La fragancia exquisita en la piel deseada nunca se olvida. Basta cerrar los ojos y rememorar. Vuelve la fragancia y trae el poema.
ResponderEliminarAbrazo, Rafael.
Gracias Verónica.
EliminarAbrazo.
Se siente el aroma.
ResponderEliminar❤👏👏👏