Abrí la ventana
por ver al silencio
que el viento y la brisa
dejaba en el suelo.
Mi pecho temblaba
a causa del miedo,
mirando a las sombras
surgir del infierno.
¡Qué horribles presagios
sintieron mis dedos,
sin pulso en las venas
y sangre con hielo!
Cantaron los búhos
y a dúo los cuervos,
rompieron la calma
graznando sin freno.
La calle, tranquila,
y el sol, a lo lejos,
su luz nos mandaba
con tímidos besos.
Despierta la aldea
y el humo va al cielo,
de algunas cocinas
que avivan el fuego.
Un hombre, en la mesa,
rebaña unos huevos,
y al lado, caliente,
la leche y el queso.
Repone las fuerzas
para ir al terreno,
la gleba le pide,
la siembra y el heno.
"...Abrí la ventana
y vi todo aquello,
que narran los ojos
y viene en tus versos..."
Rafael Sánchez Ortega ©
11/01/23
Bonito despertar de la ciudad y su gente, ¿Qué haríamos din la caricia del sol?
ResponderEliminarAbrazo
Gracias por tu visita y comentario, Verónica.
EliminarAbrazo.
Qué haríamos sin esa ventana sin luz...? Feliz fin de semana. Un abrazo
ResponderEliminarUn abrazo y feliz finde, Carmen.
EliminarQué bien escribes y describes, me puedo imaginar la escena y sentir la brisa.
ResponderEliminarBesos desde mí paraíso
Gracias por tu visita y comentario, Lara.
EliminarAbrazo.
Una ventana son los ojos de la curiosidad, en ella no solo vemos lo que tenemos enfrente, sino también en la mente. Buenas noches, un abrazo.
ResponderEliminarSí, Campirela, es como dices.
EliminarUn abrazo y feliz domingo.
Qué bonito amanecer, entre esos versos.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Maripau.
EliminarUn abrazo.
Hermoso romance Rafael. Vivencias quizá de aquellos años donde el trabajo, el tiempo y los quehaceres eran cotidianos en esa tierra cántabr y luego esa luz de esperanza que nos da la vida a todos a través de la ventana. Un abrazo poeta
ResponderEliminarGracias por tus palabras Juan.
EliminarUn abrazo.