No supimos darte
lo que tú pedías,
lo que precisaba
tu mirada fija,
y era tan sencillo
que pedías vida,
para andar por casa
por jardín y finca,
persiguiendo topos
y alguna avefría,
posando despierto
sobre alguna silla,
igual que en el porche
cerrando pupilas...
Y era tan sencillo
lo que tú querías,
mi gato del alma
que se ahogó mi risa
y todo por verte
sufrir en la esquina,
con tierna mirada
que nada pedía,
tan solo unas frases
y alguna caricia,
dejándote fuerza
que tú merecías.
que el tiempo no pare
y en él tu revivas...
Pero regresaste
de tu correría,
quizás fue la última
pensé muy deprisa,
gatito callado,
leal y flautista,
al verte malucho
yo me estremecía,
recuerdo tu llanto,
pidiendo comida,
lamiendo los platos
con lengua sencilla,
y ahora nos dejas
tu larga agonía,
ni comes ni puedes
andar por la vida...
Se apaga la vela
que estaba encendida
y en ella, tus ojos,
se van con el día...
Rafael Sánchez Ortega ©
23/01/23
Quien tuvo un gato sabe de sus aventuras, salen libres y vuelven a veces escaldados de esas peleas, pero qué bonito son verles acurrucaos a nuestra vera.
ResponderEliminarCuando les llega la hora duele, pero la vida es así, cruel hasta con nuestras mascotas. Un abrazo.
Suscribo lo que dices Campirela.
EliminarUn abrazo.
ResponderEliminarSe ganan un lugar único en el corazón. Son almas libres que acompañan y dan amor. Merecen muchos poemas.
Precioso.
Abrazo, Rafael.
Gracias Verónica.
EliminarAbrazo.
Los gatos son amos del universo disfrazados de gatos😸
ResponderEliminarBuena semana
Tienes razón, Elisa.
EliminarFeliz semana también para ti.
Espíritus libres que siempre vuelven a reclamar su ración de caricias y mimos. Qué tristeza cuando la vida se cobra el tiempo y ya no regresan más.
ResponderEliminarQué penita... 😔
Hermoso homenaje en tus versos
Gracias Galilea y es como dices.
EliminarAbrazo.