En las palmeras
estaban los jilgueros
con gran jolgorio.
Sus bellos cantos,
anárquicos y tiernos
eran profundos.
Lloraba el alma
cautiva de emoción
y fantasía.
Desde el jardín
los gatos perseguían
a los gorriones.
Solo las sombras
cazaban con sus garras
tan imponentes.
Dulces maullidos,
miradas de rufianes
y poco más.
Tú contemplabas
el mundo ante tus ojos
y sonreías.
Yo te miraba,
buscando tus palabras
desde el silencio.
Así soñaban,
dos almas que se amaban,
una mañana.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/04/21
Que romantico lo que leo eres todo un poeta
ResponderEliminarGracias Recomenzar.
EliminarUn abrazo.
Una mirada compartida, qué bonito mirar acompañado a esas palmeras, con esos loros argentinos. Eso sí, alegran el aire con sus sonidos estridentes.
ResponderEliminarUn abrazo
Sin duda que si, Mari Pau.
EliminarUn abrazo.
Y la vida sigue con la conjugación de la naturaleza. Precioso poema, amigo Rafael.
ResponderEliminarMil besitos en la tarde.
Gracias Auroratris.
EliminarUn abrazo en la tarde.