Vi tres hormigas
pasar por el camino
donde yo estaba.
Las saludé,
pero ella no me oyeron,
tenían prisa.
Luego vi un grajo,
posarse, vigilante,
por mi comida.
Será el bocata,
pensé, lo que le atrae,
de mi mochila.
Después el sol,
marchó hacia el horizonte
sin despedirse.
Le dije adiós,
no importa su silencio,
sé que me escucha.
Por fin las sombras
llegaron, con la noche
hasta mi lado.
Y continué,
con ellas el camino
hasta el refugio.
Allí dormí,
soñando con tus labios,
querida luna.
Rafael Sánchez Ortega ©
14/10/23
Una jornada campestre, que parece ser muy plácida.
ResponderEliminarUn abrazo, Rafael
Gracias Maripau.
EliminarUn abrazo.
Y la luna se puso tan contenta que hasta provocó un eclipse por acá el día de ayer.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Sara.
EliminarSaludos
Me gusta tu inspiración creativa amigo, si parece que veo la escena y los detalles. Sonrío... y eso es bueno para continuar el día.
ResponderEliminarUn abrazo grande. Feliz domingo y semana.
Paty
Me alegro de que así sea, Paty.
EliminarUn abrazo y feliz semana.
Todos los seres vivos tiene su encanto y tan bien sus conversaciones. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Campirela.
EliminarUn abrazo.
Un poema espléndido, con un relato de final del día, del descanso, excelentemente relatado.
ResponderEliminarGracias J.S. Vila.
EliminarUn saludo.
Bonito relato y placentero paseo.
ResponderEliminarmariarosa
Gracias María Rosa.
EliminarUn abrazo.
Este poema se me ha instalado, Rafael.
ResponderEliminarGracias por llevarme a las sendas y las noches de refugio y luna.
Abrazo.