A veces las palabras
se quedan en silencio,
en labios que musitan
plegarias con los rezos.
Pero estas enmudecen
y surgen de muy dentro,
pidiendo una limosna
al reino de los cielos.
Se pierden esperanzas
al paso de los tiempos,
por brisas traicioneras
que soplan con los vientos.
Son ráfagas crueles
que azuzan nuestros miedos,
sacando de las almas
gemidos y lamentos.
Se quedan las palabras
mascando el padrenuestro,
que un día recogimos
del aula, en el colegio.
Nos queda otra palabra,
que vive y que no ha muerto,
que va con nuestra sangre
y sigue aún latiendo.
La tierna poesía,
susurro de los sueños,
la eterna cenicienta
de amantes y bohemios.
Y a ella va el gemido,
el llanto y el lamento,
buscando su sonrisa
y el labio con el beso.
¡Bendita la palabra
que alivia así, el silencio,,
por medio del poema
que surge de unos versos!
Rafael Sánchez Ortega ©
10/01/25
Loa a la palabra, a veces ellas salpican y otras susurran
ResponderEliminarBuena semana 👍
Las palabras que a veces se quedan en nosotros y solo toman vida en un poema. Muy bueno Rafael.
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