Nuevamente llega el frío
con los días del invierno,
de este enero perezoso
que nos deja el año nuevo.
Y persiste con la lluvia
con tormentas y con vientos
y con nieblas silenciosas
de bufandas y sus velos.
Bien se añora aquella lumbre
y los ratos junto al fuego,
en hogares y en cocinas
de otros años y otros tiempos.
Fueron años juveniles
hoy perdidos con recuerdos,
que han quedado tras la niebla
en rincones del cerebro.
Son jirones y añoranzas
que regresan, como versos,
en las letras que a diario
se deslizan al cuaderno.
Y estas letras tienen vida,
llevan sangre a nuestros dedos,
y acelera los latidos
que renacen en los pechos.
Surgen brasas con la leña
y relatos y algún cuento,
al abrigo de la lumbre
y a la sombra del abuelo.
Y es que el tiempo se detiene,
vuelve atrás su minutero,
y nos lleva en un instante
a ese mundo tan sincero.
Fue un instante de la vida,
primavera y hoy recuerdo,
que perdura, en el presente,
y que vuelve a nuestro encuentro.
Con la niebla en los cristales
hoy me abraza todo aquello,
son retales de un poema
en un viejo pensamiento.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/01/25
Precioso poema. La llegada nuevamente del frío nos descubre que el tiempo pasa inexorablemente para nosotros. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Nuria.
EliminarAbrazo.
El frío te ha llevado a otros inviernos que dejaron su aroma en tu alma.
ResponderEliminarMuy bello ❤
Gracias por tus palabras y comentario, Galilea.
EliminarAbrazo.
El regreso es tierno y muy dulce, ese tiempo añorado del recuerdo.
ResponderEliminarAbrazo
Gracias María del Rosario.
EliminarUn abrazo.
Si algo echo de menos en el invierno de ciudad es la estufa de leña del pueblo, arrimados todos a su alrededor y las noches de frío y lluvia siempre había alguien que contaba alguna historia, asi se hacía más corta y amena la noche.
ResponderEliminarUn abrazo, felices sueños.
Es que esa estufa y esa escena es inolvidable, Campirela. Gracias.
EliminarUn abrazo.