Viajabas conmigo,
cuidando el silencio,
siguiendo mis pasos,
seguros y lentos.
Pasamos, sin prisas,
por largos senderos,
que llevan a casas,
lejanas y pueblos.
Las viejas aldeas
de tardes y cuentos,
surgían, de pronto,
venían a vernos.
Monólogo sordo
traían los vientos,
con tiernos suspiros
de lluvia y de hielos.
Praderas inmensas
veíamos lejos,
de un verde profundo,
sutil y muy nuestro.
Y allí, en lontananza,
ladraban los perros,
quizás avisando
de extraños a dueños.
¡Qué paz tan inmensa
gocé del momento,
llevando mis pasos
contigo, silencio...!
De todas maneras
la vida es un sueño,
y en ella soñamos
y amamos al tiempo.
¡Bendita la vida,
vivirla yo quiero,
y al tiempo escribirla
y plasmar lo que siento!
Rafael Sánchez Ortega ©
25/01/25
La paz se desprende del poema y llega hasta aquí.
ResponderEliminarPura vida.
Abrazo, Rafael.
Gracias por tus palabras y comentarios de hoy Verónica.
EliminarAbrazo.
Preciosa manera de viajar en silencio junto a la persona amada, que va guardando esos instantes mágicos en su corazón, que son los mismos que siente el poeta...Hermoso e inspirador poema, Rafael.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y admirado.
Gracias por tus palabras y comentarios de hoy María Jesús.
EliminarAbrazos.
En este poema nos trasmites esa paz del viajero que va viviendo, según va caminando.
ResponderEliminarEn soledad o compañía la vida hay que vivirla cada día.
Un abrazo, feliz noche.
Gracias Campirela.
EliminarUn abrazo.
Muy bello, Rafael. Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo.
=====
Gracias Majo.
EliminarUn abrazo.