Para el tiempo y el momento,
haz un alto nada más,
y descansa, si es preciso,
de tu duro caminar.
Mira lejos, con tus ojos,
las casitas de azafrán,
que has soñado tantas veces
y te quieren saludar.
También mira las montañas
con su manto sinigual,
de blancura y de pureza
que se encuentran más atrás.
Hay susurros en el aire
de resacas y de sal,
son del llanto de la tierra
y del hombre por su pan.
Todo esto que ahora piensas
y que ves al descansar,
es la vida y el latido
y un resumen de la edad.
Silba el viento en la distancia
y se acerca el temporal,
tú prosigues el camino
sin temor a fracasar.
Un poema va en tu pecho
y también en tu morral,
son retales de la infancia
que tú evocas al cantar.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/01/25
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