Déjame que te mire
con los ojos cerrados,
con la cara dormida,
y tus labios temblando.
Tienes paz en el pecho
y descansan tus párpados,
yo quisiera besarte
y tomarte las manos.
Pero sé que no debo
alterar tu letargo,
y por eso te miro
y te sueño y me callo.
Cinco letras tu nombre
como un eco lejano,
cinco letras y un verso
para ti de regalo.
Siempre esperas paciente
sin pedir nada a cambio,
con la eterna sonrisa
y el suspiro velado.
Ondulaban las olas
en tus ojos castaños,
y también las sirenas
que pasaban cantando.
Fuera sopla el nordeste
y la brisa de mayo,
ella roza tus ojos
y tu cuello tan blanco.
Igualmente a tu cuerpo
le estremece un abrazo,
y musitas un nombre
sin poder evitarlo.
A pesar del silencio
yo persigo tus pasos,
y tus labios divinos
porque quiero besarlos.
...He llamado a tu puerta
y te vi en el retrato,
y mis dedos inquietos
un poema trazaron.
Hoy tu nombre pronuncio
y lo escribo y lo guardo,
en el viejo cuaderno
con recuerdos de antaño.
Y aquí está, en el poema,
es tu nombre anotado;
yo lo sé y lo pronuncio
con los ojos cerrados.
"...Déjame que te mire,
es hermoso este rato,
tú descansas y sueñas
con los labios temblando..."
Rafael Sánchez Ortega ©
19/12/11
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