Se cerraron tus ojos lentamente
y marchaste del mundo a mejor vida,
un rosario de días nos dejabas
y en los mismos recuerdos y alegrías.
Yo viví tus momentos más dorados
y también el placer de tus caricias,
en el roce dejado entre mis dedos
por tu lengua mimosa y tan sencilla.
Otras veces llegabas a mi lado,
impaciente, moviendo tu colita,
para ver si atendía tu llamada
y buscaba la lata de comida.
Parecías la reina de aquel cuarto
y por él paseabas muy altiva,
y buscabas mi mano con tu hozico
y el calor de mi pecho y mi camisa.
¡Cuántas veces dormimos indolentes
escuchando la música sencilla!
yo quería que tú me acompañaras
y contigo, en silencio, compartirla.
Y así fue, bella amiga, que has partido,
como tú penetraste en mis pupilas,
y quedaste en las mismas para siempre
aunque ahora te alejes de puntillas.
Sé muy bien que la vida no se para
pero yo me detengo en estas líneas,
porque quiero en las mismas reflejarte
la amistad y el cariño que sentía.
Es por eso que nacen estos versos,
para ti, mi gatita, tan querida,
yo ya sé que te marchas y no vuelves
pero siempre estarás en mi sonrisa.
Rafael Sánchez Ortega ©
03/12/11
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