Hay silencio en los pasillos
y dolor en este cuarto,
el silencio de la noche
y el dolor del ser amado.
Pasan lentos los minutos
y hasta el tiempo se hace largo,
se oyen ayes y quejidos
de los cuerpos encamados.
Yo contemplo todo esto
y no sé como explicarlo,
nada encaja en la rutina
ni plasmarlo en el diario.
Es difícil describir
los matices de este cuadro,
hay tristezas por doquier
que palpitan a tu lado.
Hay dolores escondidos
en el fondo de los labios,
hay tristeza en las mejillas
y en los ojos ya cansados.
Una vela se termina
sin saber como ni cuando,
ya no hay llamas en el cuerpo
porque el mismo está apagado.
Una lágrima discurre
lentamente, cara abajo,
ni siquiera la restañas
con tus dedos y tu mano.
Hay un timbre de tristeza,
de dolor y desengaño,
cuando sientes lo que pasa
y no puedes remediarlo.
Sientes frío y sientes pena,
una herida en el costado,
de la rosa de la vida
con su espina como un clavo.
Todo pasa y pasa el tiempo,
el mañana está cercano,
No hay dolor que siempre dure
aunque hoy cueste soportarlo.
Rafael Sánchez Ortega ©
Sierrallana, 29/12/11
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