Al fin encontraremos preguntas con respuestas,
igual que las miradas que hablan y musitan,
es fácil que se apaguen las luces de las fiestas,
así como las almas se muevan y compitan.
Al fin encontraremos las manos tremblorosas
que expresen lo que sienten: la dicha conseguida,
y puede que despacio, los lirios y las rosas
se unan al concierto y alegren nuestra vida.
Entonces, dulcemente, mi mano en tu cintura,
mis ojos en tus ojos bebiendo tu belleza,
mis labios en tus labios sabiéndote tan pura,
y tú, con tu cariño, tan sólo en mi cabeza.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/02/12
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