Es verdad que la tarde está preciosa
y que suenan con gracia los violines;
la acompaña una brisa primorosa
que secunda la paz en los jardines.
Pero el alma del hombre sigue ansiosa
y no escucha los sones cantarines,
él persigue la cara tan hermosa
desprovista de crema y colorines.
Y te busca mi amor, eso lo sabes,
para darte un trocito de su alma.
Él no sabe de luchas intestinas,
ni tampoco de cárceles y llaves.
...Y te busca por tierra y mar, en calma,
recorriendo bahías y colinas.
Rafael Sánchez Ortega ©
21/02/12
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