domingo, 5 de febrero de 2012

COMO UN NIÑO VAGANDO POR EL BOSQUE...


Como un niño vagando por el bosque
me perdí en la niebla de la infancia
y dejé retenidos los recuerdos
en un tiempo parado y que no habla.

Porque fueron las voces de los robles
y también los susurros de las hayas,
las que hicieron al hombre estremecerse
y salir tras las huellas de su alma.

¡Cuánto llanto bajó de las estrellas!
para dar nueva luz a la mirada!,
¡Cuánta nota dejaron las mareas
con su flujo y reflujo por la playa!

Pero el niño inocente perseguía
otro mundo de tierras encantadas,
un lugar al alcance de muy pocos
donde hombres con hombres no lucharan.

Perseguía, sin duda, una utopía,
como hizo El Quijote por la Mancha,
ese mundo brillante, de los bosques,
donde viven los gnomos y las hadas.

Pero al fin se marchó la primavera
y con ella los hielos y la escarcha,
y llegó el estío caluroso
y la niebla dio paso a la esperanza.

Por el cielo volaron los cometas
y buscaron las cumbres más lejanas,
y con ellos se fueron los recuerdos
y también esa infancia tan dorada.

Hoy no quedan ya rastos de la niebla
y hasta el alma parece más lozana,
aunque viva a pesar de las heridas
en un bosque de ramas marchitadas.

Es preciso volver a las estrellas
y encontrar el mensaje que dejaban,
aunque sea ya tarde, estoy seguro
de que ellas esperan la llamada.

Esa voz tan cansada y peregrina
que palpita de amor en la distancia
a otra voz que la espera temblorosa
para unir sus destinos y sus almas.

"...Como un niño vagando por el bosque
me perdí con mis pasos por la nada,
y dejé que pasaran esos años
confundido entre dudas y esperanzas..."

Rafael Sánchez Ortega ©
05/02/12

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