miércoles, 15 de febrero de 2012

HOY HUBIERA QUERIDO CORRER EN LA MAÑANA...


Hoy hubiera querido correr en la mañana
y tomar tu cara entre mis manos,
gritarte al oído que te quiero,
decirte sin palabras que te amo
mientras sentía acelerarse tu corazón
despertando del sueño de la noche.


Porque tu noche se prolonga en exceso
y no quiero que sigas en las sombras.
No quiero que busques en tinieblas
esa luz que ansías y deseas,
no quiero que mendigues la palabra
ni vayas buscando en los rincones
los suspiros del viento,
ni tampoco que esperes que las piedras
y paredes
escuchen tus monólogos
y que sea el eco el que responda.


Quiero que sientas siempre mi presencia,
que veas que estoy a tu lado
y no me he ido,
que duermo en un rincón del alma
y de tu pecho,
que escucho lo que dices
y hablo a tu persona,
pero que también estoy ahí
para que me digas lo que quieras,
que te duele la cabeza,
que tienes frío,
que sientes ganas de quedarte en la cama,
que baje a buscar el pan en la tienda
de al lado,
que te suba un café
y que te acaricie con mis manos tus mejillas.


Pero quiero de verdad que me sientas
en tu sangre
y en ese remolino de pasiones y emociones
que se cruzan y entrecruzan entre el mar
y las mareas de tu vida
y sumergen a tu alma entre dudas y locuras
sin sentido.
Porque tienes la razón que yo preciso
y que no pido,
ese beso que se ahoga y que no sale,
ese abrazo y la caricia temblorosa
que retienes,
esa voz en tu mirada que desea dar un grito
y llegar hasta mi alma,
ese dulce escalofrío que te nace
y que quisieras transmitirme en el silencio...


Yo te entiendo vida mía, no lo dudes,
y por eso hubiera querido correr hoy,
en la mañana, para decirte todo esto
y también para decirte ¡que te amo!...


Rafael Sánchez Ortega ©
14/02/12

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