Como un niño, quizás enamorado,
hoy te grito y te busco nuevamente,
pues preciso que vengas a mi lado
a calmar esta fiebre tan ardiente.
Yo te busco mi amor, por mi pecado,
por querer para siempre retenerte
y te digo que sí, que yo he llorado
por tratar de que fueras diferente.
Es por ello que pido me perdones
y me dejes amarte cada día.
Nada pido de ti, tan solo quiero
escuchar en tu patio los gorriones.
¡...Y soñar y gozar de la alegría
de aquel tiempo pasado y quinceañero!
Rafael Sánchez Ortega ©
21/02/12
No hay comentarios:
Publicar un comentario