Déjame verte,
hablarte junto al río,
mi viejo roble.
Deja que escuche
los cientos de secretos
que tú me guardas.
De aquellas tardes
tú fuiste fiel notario
y compañero.
Bajo tu sombra
surgieron las caricias
y algunos besos.
Veo los ojos
que ardientes me miraban
bajo tus ramas.
Veo los labios
buscando, temblorosos
algo de paz.
Por eso ahora,
testigo de aquel acto
cuéntame todo.
Quiero el recuerdo,
vivirlo nuevamente
y aquellos besos.
Quiero el tatuaje
grabado en tu corteza
con nuestro amor.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/07/20
Hermosos versos dedicados a ese roble y a ese río que en un tiempo fueron confidentes y callados y, hoy necesitas de sus palabras. Buen poema Rafael, un abrazo.
ResponderEliminarGracias Juan.
EliminarUn abrazo.
Qué bonitos versos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias María
EliminarUn abrazo.
Esos árboles si tuvieran el don de la palabra cuántos secretos contaran ...Un abrazo Rafael.
ResponderEliminarSeguro que si, Campirela.
EliminarUn abrazo.
Gracias por tus cariñosas letras, yo voy mejor y tengo mas ánimos para escribir.
ResponderEliminarbesos desde siempre.
Marina
Gracias Marina, me alegro mucho de lo que me dices.
EliminarUn abrazo.
Un roble compañero de confidencias y amores, bello poema.
ResponderEliminarmariarosa
Cierto, María Rosa.
EliminarUn abrazo.
Esos árboles, cómplices de los amores de juventud. Lindos versos.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Albada Dos.
EliminarUn abrazo.
Bonito homenaje a tu compañero de vije poético el Roble, precioso, un abrazo desde mi Brillo del mar
ResponderEliminarTodos tenemos algún roble, "Bea", ¿verdad?
EliminarUn abrazo.
Un maravilloso escenario para el amor, el río que fluye, el roble testigo que lleva grabado en su corteza, imagino el corazón y sus iniciales...
ResponderEliminarEl poema es muy visual, te felicito.
Abrazo, Rafael.
Gracias Verónica.
EliminarAbrazo.